En 1996, Beck lanzó Odelay, un collage sonoro que mezcló hip hop, folk, psicodelia y ruido con desparpajo absoluto. Con letras surrealistas, beats prestados y actitud slacker, este disco convirtió el caos en estilo y la ironía en arte.

En 1986, Beastie Boys aterrizaron con Licensed to Ill, el primer álbum de rap en alcanzar el #1 en las listas de Billboard. Una mezcla de beats pesados, riffs rockeros y humor desvergonzado, este disco convirtió la irreverencia en cultura pop y pateó la puerta del mainstream con gorra de baseball y cerveza en mano.

En 1994, The Prodigy lanzó Music for the Jilted Generation, un grito electrónico de furia y libertad. Entre breakbeats, guitarras industriales y samples afilados, este disco canalizó el desencanto de una generación que no quería adaptarse y prefirió tomar tanto pistas de baile como escenarios.

En 1995, The Chemical Brothers soltaron Exit Planet Dust, su debut cargado de breaks brutales, bajos sucios y psicodelia electrónica. Un viaje alucinante que rompió la pista y construyó un nuevo universo para la música de club.

En 1988, Public Enemy detonó It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back, un álbum que convirtió el hip hop en arma política y arte urgente. Con producción caótica, letras afiladas y actitud imparable, este disco no solo marcó época: la desafió de frente.